–¿Qué tal? –murmuró Suzette mientras yo me ponía el pijama y me sentaba a su lado.
–Cansado. Muy cansado.
Seguir leyendo «Vigilancia, epílogo»
Aquí están todas las historias que tienen lugar en el mundo de Tracer Bullitt. Cuando lo pueda explicar sin hablar de Tracer Bullitt, lo corregiré
–¿Qué tal? –murmuró Suzette mientras yo me ponía el pijama y me sentaba a su lado.
–Cansado. Muy cansado.
Seguir leyendo «Vigilancia, epílogo»
Disparé rápidamente tres veces, colocando una bala en la mano de cada uno de los asaltantes.
Salté desde la pasarela mientras dejaba el bloque del motor como un colador al caer.
Seguir leyendo «Vigilancia, parte 23»
Mientras subía por las escaleras, a lo lejos, se podía oír a un grupo de marineros quejarse de que su barco iba a la deriva.
Seguir leyendo «Vigilancia, parte 22»
Me monté en el Charger y pensé. Las mujeres iban a ser ilegales. Si avisaba a la policía, ellos harían lo legal. Las deportarían. Era comprensible. Es lo que dicen los manuales de ley.
Seguir leyendo «Vigilancia, parte 21»
Sammy anduvo por la calle durante unos metros hasta llegar a un callejón oscuro, donde giró.
Seguir leyendo «Vigilancia, parte 20»
En uno de mis paseos al baño, garabateé una runa en la mesa central del local, para poder oír como era debido todo lo que se dijese en el bar.
Seguir leyendo «Vigilancia, parte 19»
–¿Entonces a qué hora les vamos a ver? –oí en mi cabeza.
Sammy y Alejandro estaban charlando alegremente… en clave, no dejando que alguien como yo pudiese deducir motu proprio de lo que estaban hablando.
Seguir leyendo «Vigilancia, parte 18»
El problema de El Hogar era que era un edificio monumentalmente grande (y que estaba monumentalmente dilapidado, pero eso era otra historia).
Seguir leyendo «Vigilancia, parte 17»
Había avisado a los padres de Mann de lo sucedido. Había sido una conversación incómoda y triste. Ninguno de los dos se lo tomó bien y, de hecho, el padre del joven, un hombre tan a la antigua que, probablemente, estaba chapado en bronce y no hierro, abandonó el salón para “ir a lavarse las manos”.
Seguir leyendo «Vigilancia, parte 16»
–Yo le conozco a usted, ¿verdad? –preguntó la agente de policía, apuntando lo que le decía.
Era la detective Hughes, la mujer que me había hecho devolverle la Espada Cantarina unos meses atrás.
Seguir leyendo «Vigilancia, parte 15»