En el gran palacio reinaba un silencio doble.
El primero, lo podías encontrar flotando en el aire, posándose en los cuadros de las habitaciones e impregnándolos con una pátina mortecina.
En el gran palacio reinaba un silencio doble.
El primero, lo podías encontrar flotando en el aire, posándose en los cuadros de las habitaciones e impregnándolos con una pátina mortecina.
Al salir (porque supongo que tuve que salir del ascensor) nada fue como me habían asegurado todas las películas de gente que vuelve del más allá. No abrí mis ojos de golpe y me encontré tumbado en una camilla con un médico asustado en una esquina. Estaba en un piso exactamente igual que el anterior (salvo por la ausencia de una recepcionista sarcástica). Delante de mí había un cartel que decía:
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Esta historia la escribimos keti0n y yo a través del WhatsApp en media hora. Disfrutad:
El humo de tabaco había formado una neblina espesa que cubría la habitación. La mujer estaba sentada en el sofá, ligeramente inclinada hacia delante y contemplando fijamente el viejo televisor JVC.
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