Psyché

El sol lucía tenue en un horizonte marcado de nubes negras. Amanecía, y las tropas de Filipo avanzaban inexorablemente sobre la ciudad de Queronea.

Aeneas escondió el rostro entre sus manos. Las colinas que rodeaban la ciudad pronto estarían plagadas de exploradores macedonios, así que tendría que volver cuanto antes a la ciudad. Pero por un momento buscaba la soledad.

Oyó que alguien susurraba su nombre a sus espaldas. Se giró despacio, y sus ojos castaños se encontraron con los de Aldora.
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Nuevo Bombay. Parte I

Los ciudadanos de Nuevo Bombai corrían desesperados, huyendo del centro de la ciudad, como alma que lleva el Diablo. Entre ellos se encontraba Avalon, un militar de metro ochenta (bajo comparado con los super-soldados con los que estaba acostumbrado a trabajar) disfrazado de Arachno-Man, una copia barata (pero no mala) de Spiderman.
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Wastelands

Paseaba por las calles desiertas, agarrando mi AA-12 como una niña coge su muñeca. Los edificios caídos me rodeaban, dando al horizonte una forma de serrucho. De vez en cuando se podían ver columnas de humo saliendo de vehículos. Lo más raro es que después de la Gran Guerra (imagino que después de ella nadie se acuerda de la I y la II Guerra Mundial) no he visto a nadie.
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Bitácora del Internetófilo. Día 23

Hoy hemos dormido hasta tarde. Al levantarnos hemos ido al aeropuerto internacional a pedir billetes para el norte de Reino Unido. Nuestro vuelo ha salido por la tarde noche, de manera que hemos pasado el día visitando Moscú y disfrutando de las vistas. Es una pena que no pueda añadir a este diario mis fotos con los guardias que me han echado de la tumba de Lenin. Eran muy majos, decían que he sido algo irrespetuoso, pero que nunca habían visto a nadie con tantas agallas como yo. Laura lo ha visto como algo malo, pero no me explico el porqué, después de todo no me han detenido ni nada.
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Bítacora del Internetófilo. Día 22

Me he levantado a las siete de la mañana, mientras Laura seguía durmiendo. Me he despedido de ella con una nota y me he dirigido a la estación de autobuses. He intentado comprar el billete más barato para Fryazino, pero, de alguna manera, sé que el taquillero me ha estafado. Seguir leyendo «Bítacora del Internetófilo. Día 22»