El Kalinin K-7 y los rusos.

Adoro la Rusia comunista, no por sus ideales, pero sí por sus ideas. Sus genialmente ridículas ideas. Empezaré con una anécdota que no sé si habréis oído o no:

Los alemanes, en la Segunda Guerra Mundial, tenían, objetivamente hablando, los mejores tanques, fusiles, subfusiles (siguen apareciendo MP-40’s y MP-38’s con esvásticas incluidas en redadas a los narcos mexicanos y colombianos). Esto, en contra de lo que se pueda pensar, supuso un problema. No tanto con las armas, sino más bien con los tanques. Cuando los alemanes tenían un problema con sus tanques, tenían que llamar a un mecánico de la Daimler (cuya submarca más conocida es Mercedes) para que fuese a repararlo. Sólo podemos imaginar las maravillosas conversaciones entre herr Nazi-Kommandant y herr Daimler-Benz Techniker.
Seguir leyendo «El Kalinin K-7 y los rusos.»

El credo

Los hombres eran altos, atléticos y, ante todo, tenían una apariencia agresiva. El mayor de ellos rondaría los sesenta, como poco los cincuenta y cinco. El joven era un novato, recién salido de la academia, pelo cortado a cepillo, como se estipulaba en el código de vestimenta, artículo siete, párrafo dos.
Seguir leyendo «El credo»