El coche de policía, seguramente, tenía algo que ver con lo que le hice a Honest Ron el día anterior.
Respiré hondo y empecé a cantar un mantra. Poco a poco, empecé a hacerme no exactamente invisible, pero difícil de ver. Entré despacito en mi casa. Los agentes no parecían demasiado interesados en la niebla que estaba introduciéndose en el edificio. Llegué a mi apartamento. No estaban aquí para cogerme a mí. Estaban aquí porque mi puerta había explotado.
Seguir leyendo «Tracer Bullitt, 23 (El Asesino)»